Bailando en “milongas de patio“y las fiestas familiares descubro el abrazo, lo llevo a las otras milongas.
Los pies siempre en el piso (mis raíces) y el corazón unido a una mujer….me daban “un intenso amor de 3 minutos”………
Así me enamoro de mi primera novia……con el tango como costura entre los dos.-
Así, el tango me inspiraba dos cosas distintas: la alegría del baile y la profunda melancolía de sus letras.-
Bailar hacia que:
El Tango fuera de mi corazón a los pies de ambos.
Me reunía en privado con hombres grandes para escuchar discos viejos, tomar vino tinto y llorar.
Llorar hacia que:
El Tango fuera de mi corazón a mis ojos.
Dagostino – Angel Vargas me conmovían especialmente.
Desde 1968 al 78 emigro al lejano sur, al desierto patagónico.
Al volver a Buenos Aires, después de algún tiempo vuelvo a bailar: al principio en un local de la recova de plaza Once, ambiente denso y milonguero…